En 1933 los nazis empezaron sus ataques contra el arte moderno con la fundación de Kampfbund für deutsche Kultur (Unión de combate por la cultura alemana). El gobierno manifestó su oposición a toda forma de arte que no siguiera los dictámenes del partido y, como ordenaba un decreto firmado por Hitler el 30 de junio de 1937, se hizo una selección de obras consideradas arte decadente por todo el país para formar parte de una exposición que tuvo lugar en Munich el 19 de julio de 1937.

La exposición, llamada Entartete Kunst (Arte Degenerado), acogió obras de artistas esenciales en la historia del arte mundial: Max Beckmann, Marc Chagall, Otto Dix, Georg Grosz, Pablo Picasso, Wassily Kandinsky, Paul Klee, Oskar Kokoschka, Wilhelm Lembruck y los fundadores del expresionismo alemán Ernst Ludwig Kirchner, Franz Marc, Emil Nolde y Karl Schmidt Rottluff.

Las obras estaban expuestas junto a comentarios irónicos escritos por las paredes y a pertinaces recordatorios de los precios que se habían pagado por ellas con cargo a los fondos públicos. La intención era crear entre el público un pensamiento de reacción contra el arte moderno y las deformaciones expresionistas o abstractas, con el propósito de devolver la dignidad al nuevo hombre alemán.




Entartete Kunst, trasfondo
Por Ronald Glomb

Para la renombrada exposición Entartete Kunst (Arte Degenerado), que se inauguró en Múnich el 19 de julio de 1937, los nazis saquearon un gran número de museos púlicos alemanes. Muchas de las obras de artistas alemanes judíos y no judíos fueron tildadas de productos de mentes enfermas, de antialemanas y de bolcheviques.

En otoño de 1937, tan solo un mes después de la inauguración de la exposición, el resto de obras que había en un centenar de museos fue confiscado. Las que se creía que no podían ser explotadas fueron destruidas por las llamas en marzo de 1939. «Los nazis quemaron un millar de pinturas y de obras de arte plástico, así como unos 4000 trabajos sobre papel», afirma Andreas Hneke, historiador del arte.

No obstante, para las obras que habían sido clasificadas como internacionalmente explotables, se abrió un depósito en el Palacio Niederschnhausen en Berlín. Por medio de marchantes de arte, se pusieron a la venta en el extrangero. Esta explotación acabó oficialmente el 30 de junio de 1941.

©Berliner Morgenpost 1997